En algún punto de nuestra vida nos hemos topado con frases como “llegue tarde por culpa del tráfico”, “el examen estuvo difícil, ese profesor fue injusto”, “los demás me excluyen, pues no llegue a recibir invitación de sus reuniones”, “él decidió dejarme por otra persona”, o quizá con interrogantes como ¿por qué a mí?, ¿por qué a otros les resulta más fácil?, o ¿por qué las cosas no me salen como espero? Si prestas atención a estas oraciones, en ellas se culpan a factores externos y quien las dice se posiciona en un rol de víctima.
El papel de víctima funciona como un mecanismo de defensa que nadie elige conscientemente, pero que automáticamente la mente acude a ella para evitar asumir la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones. Por ejemplo, una persona que está recibiendo una llamada de atención, al sentirse atacado, de manera automática, contesta: “es que siempre me estás mandando a mí, porque no le dices a otro” o “yo lo hice la vez anterior: es injusto que me toqué nuevamente”. Con ambas respuestas se observa que la persona en falta ha adoptado una postura de víctima, ya que con sus contestaciones evade sus deberes y no quiere aceptar que se distrajo o se olvidó de realizar la tarea que se le asignó. Posicionarse como víctima implica exagerar los desafíos de alguna actividad para obtener la atención, el apoyo o la simpatía de quienes oigan las justificaciones o excusas, esperando que alguien externo confirme o certifique que efectivamente las dificultades que está atravesando son ciertas.
Para identificar si estás cayendo o no en ese rol, recapitula en tu vida las veces que te has sentido víctima y piensa el grado de participación que has tenido ante las diferentes situaciones difíciles o incómodas, ya sea ante una estafa, robo, una separación amorosa, discusiones constantes, quejas sobre tu desempeño, tu persona, tu aumento de peso, tus bajas notas, entre otros por mencionar. Sé sincero(a) y considera el grado de implicación de tus acciones para que aquellos momentos resultaran mal o no fueran de tu agrado.
El victimismo genera un alivio emocional inmediato, pues encuentra consuelo en otras personas, pero nos da una imagen de debilidad y sensibilidad, limitando la capacidad de brindar soluciones constructivas, ya que obstruyen a la autorreflexión y la responsabilidad. Para ejemplificar, se muestra un chat: «no puedo más, mi trabajo es un infierno. Cada día es una batalla para sobrevivir, ¿alguien más se ha sentido así esta semana?».
Al entender como el victimismo incide en nuestras experiencias, se puede adoptar un enfoque constructivo y optimista para abordar desafíos, viviendo con autenticidad y resiliencia.
Que importante información nos compartes! En definitiva una herramienta muy útil para los que buscan crecer como personas y reconocer sus puntos de mejora. Esta información me ayudó a conocer que es necesario dejar de victimizarnos y comenzar a hacernos responsables de nuestras acciones con optimismo.
Que sigan los éxitos 🙌