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No ha juramentado el cargo todavía, pero ya genera, como siempre, más controversias, portadas y deja mucho por analizar en la prospectiva de Estados Unidos y sus relaciones con sus vecinos. En estas semanas se ha hablado más de Trump que del todavía presidente Joe Biden.
Trump quiere comprar Groenlandia
Trump ha reiterado su interés en adquirir Groenlandia, un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca, citando razones de “seguridad nacional y libertad global”. Sus comentarios han generado un rechazo inmediato por parte de las autoridades groenlandesas y danesas, quienes han reiterado que “Groenlandia no está en venta y nunca lo estará”. Esta propuesta ya había sido planteada durante su primer mandato, en 2019, y fue rechazada por Dinamarca.
La insistencia reciente de Trump ha llevado al gobierno danés a anunciar una inversión de al menos 1.300 millones de euros para fortalecer la defensa de la isla. Incluso, el monarca danés ha modificado el escudo de armas para destacar más a Groenlandia y las Islas Feroe.
Trump pretende recuperar el Canal de Panamá
También ha amenazado con recuperar el control del Canal de Panamá, argumentando que las tarifas actuales son “ridículas” y perjudican a Estados Unidos quien construyó el Canal. Estas declaraciones han sido rechazadas tajantemente por el presidente panameño, José Raúl Mulino, quien reafirmó la soberanía panameña sobre el Canal.
Las amenazas de Trump parecen estar relacionadas con la creciente influencia de China en el comercio y las exportaciones que tiene en el Canal de Panamá, lo que subraya una de las principales preocupaciones geopolíticas de su postura.
Canadá: “El gran estado 51”
Trump ha realizado comentarios polémicos sobre convertir a Canadá en el “estado número 51” de Estados Unidos. Incluso llegó a referirse al primer ministro Justin Trudeau como “gobernador” en un tono que mezcla provocación e ironía. Estas afirmaciones se enmarcan en una estrategia de presión para renegociar términos comerciales, como el aumento de aranceles a productos canadienses. En su cuenta de Truth Social, publicó: “Si Canadá se uniera a Estados Unidos, no habría aranceles, los impuestos bajarían considerablemente y estarían totalmente seguros ante la amenaza de los barcos rusos y chinos que los rodean constantemente. ¡Juntos, qué gran nación seríamos!”
Además, añadió: “A muchas personas en Canadá LES ENCANTARÍA ser el estado 51. Estados Unidos ya no puede soportar los enormes déficits comerciales y los subsidios que Canadá necesita para mantenerse a flote. Justin Trudeau sabía esto y dimitió”.
Analistas sugieren que estas declaraciones podrían formar parte de una estrategia de negociación agresiva, característica del estilo de Trump, con el objetivo de obtener concesiones internacionales al plantear propuestas controversiales. Sin embargo, estas afirmaciones han generado preocupación entre los aliados de Estados Unidos, quienes perciben en ellas una amenaza a la soberanía y estabilidad regional.
Así es Trump: un político con altas ambiciones, comparado incluso con el presidente ruso Vladímir Putin. Un confrontacionalista, anti-élite, al estilo de Andrew Jackson en el siglo XIX, pero con más escándalos que Richard Nixon. Un firme nacionalista cuya retórica, a menudo ambigua, nos deja preguntándonos si habla con sarcasmo o si sus declaraciones son un anticipo indirecto de sus planes. Como bien se ha dicho, a Trump hay que “tomarlo en serio, pero no literalmente”.