A pesar de su importancia histórica, política, religiosa, así como su gran atractivo turístico tanto para personas de fe como incluso no creyentes, Jerusalén, una de las ciudades epicentro del mundo, no cuenta con un aeropuerto. Este hecho, que puede parecer sorprendente dado el peso que tiene la ciudad a nivel global, responde a una compleja combinación de razones políticas, geográficas y de seguridad. La falta de un aeropuerto en Jerusalén refleja no solo las dificultades logísticas de la ciudad, sino también las tensiones y desafíos que acompañan a la situación política y social en la región. ¿Por qué, entonces, Jerusalén no ha tenido la infraestructura necesaria para conectar a los viajeros directamente con la ciudad? La respuesta radica en una serie de factores históricos y contemporáneos que definen la realidad de Jerusalén y su relación con el resto del mundo desde hace siglos.
Un conflicto permanente
Jerusalén ha sido históricamente una ciudad disputada. Su significado es profundo para judíos, musulmanes y cristianos, lo que la convierte en un punto de fricción constante entre israelíes y palestinos. Desde la creación del Estado de Israel en 1948, Jerusalén ha estado en el centro del conflicto entre estas naciones, con la ciudad dividida entre una Jerusalén Oeste, controlada por Israel, y una Jerusalén Este, que fue ocupada por Jordania hasta la Guerra de los Seis Días en 1967.
Después de esa guerra, Israel ocupó Jerusalén Este y la proclamó como su capital, un acto que ha sido rechazado por muchos países y por la comunidad internacional en general. De hecho, la mayoría de los países no reconocen oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel y prefieren señalar Tel Aviv, la principal ciudad económica de Israel, como su “capital” además de mantener sus embajadas allí. En 2017, el presidente estadounidense Donald Trump cambió esta política al reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, lo que generó una ola de protestas y tensiones internacionales.
La cuestión de la soberanía de Jerusalén sigue siendo uno de los temas más polémicos en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Con estas tensiones políticas en juego, cualquier intento de construir un aeropuerto en Jerusalén podría considerarse un acto provocador, exacerbando el ya frágil equilibrio político.
Motivos geográficos, pero sobre todo de seguridad
Jerusalén está situada entre colinas, rodeada por valles, lo que hace que su geografía sea desafiante para la construcción de un aeropuerto. Las infraestructuras aeroportuarias requieren extensos terrenos planos para pistas de aterrizaje y zonas de seguridad, condiciones que no se cumplen fácilmente en el entorno topográfico de Jerusalén. El clima de la región, con veranos calurosos e inviernos lluviosos, también presenta desafíos adicionales para la construcción de un aeropuerto que opere todo el año con la eficiencia que se espera de un hub internacional.
La construcción de un aeropuerto en una ciudad tan políticamente sensible como Jerusalén también implicaría riesgos de seguridad elevados, y esta es la principal razón por la que la ciudad no tiene un aeropuerto operativo. La proximidad de la ciudad a áreas en disputa, sobre todo en Cisjordania, haría que la seguridad de un aeropuerto en Jerusalén estuviera constantemente bajo amenaza de ataques aéreos, misiles o incluso atentados suicidas. Si bien Israel ya vive paranoicamente con los atentados, esto exacerbaría la situación. La presencia de tales amenazas podría poner en peligro no solo a los pasajeros, sino también a la infraestructura crítica de la región.
Aeropuerto Ben Gurion: la opción cercana y más sensata
La proximidad de Jerusalén al Aeropuerto Internacional Ben Gurion en Tel Aviv, el principal aeropuerto de Israel, hace innecesaria la construcción de un puerto aéreo propio. Situado a unos 40 kilómetros (25 millas) al noroeste de Jerusalén, el Aeropuerto Internacional Ben Gurion es uno de los más modernos de la región y está completamente equipado para manejar millones de pasajeros al año. Inaugurado en 1936 como un pequeño aeropuerto británico y expandido a lo largo de las décadas, Ben Gurion es un aeropuerto con amplias conexiones internacionales, proporcionando acceso a más de 100 destinos en todo el mundo.
El Aeropuerto Ben Gurion es, además, eficiente en términos de tiempo de viaje entre Tel Aviv y Jerusalén. Un tren rápido conecta Tel Aviv con Jerusalén en aproximadamente 25 minutos, lo que hace que el acceso a la ciudad desde el aeropuerto sea relativamente rápido y sencillo. Esto ha llevado a que muchos expertos argumenten que no es necesario un aeropuerto en Jerusalén, dado que Ben Gurion satisface las necesidades de transporte aéreo para la ciudad y para la pequeña nación judía. Cabe decir que es uno de los aeropuertos más seguros del mundo, cuanta con varios check points y la entrada en estrictamente rigurosa.
Jerusalén tuvo un aeropuerto en el pasado
El Aeropuerto de Atarot, situado al norte de Jerusalén, fue la última instalación de aviación comercial que operó dentro de la ciudad antes de su cierre definitivo. Este aeropuerto tiene una historia que refleja tanto las ambiciones de Israel por mejorar la conectividad de Jerusalén como los obstáculos derivados de las tensiones políticas y de seguridad que han marcado la región.
Inaugurado en 1967, tras la ocupación israelí de Jerusalén Este durante la Guerra de los Seis Días, el Aeropuerto de Atarot fue concebido como una pequeña instalación para vuelos nacionales e internacionales cercanos. Su ubicación estratégica, a solo unos 5 kilómetros al norte del centro de Jerusalén, lo hacía ideal para satisfacer las necesidades de transporte aéreo de la ciudad, especialmente para aquellos que deseaban evitar el largo trayecto hasta el Aeropuerto Internacional Ben Gurion, en Tel Aviv.
En sus primeros años, Atarot funcionó como un aeropuerto nacional, operando vuelos hacia destinos dentro de Israel y algunos lugares cercanos como Chipre y el Líbano. A medida que Jerusalén experimentaba un crecimiento económico y turístico en la década de 1970, las autoridades israelíes comenzaron a evaluar la posibilidad de expandir la capacidad del aeropuerto, con la idea de que pudiera convertirse en un centro regional de transporte aéreo.
Sin embargo, la situación en la región comenzó a complicarse rápidamente. La Segunda Intifada, que estalló en 2000, marcó un punto de inflexión para el aeropuerto de Atarot. Durante esta ola de violencia, el aeropuerto se convirtió en un blanco constante de ataques y disparos provenientes de áreas cercanas bajo control palestino, como la Ribera Occidental. Estos ataques generaron una preocupación constante por la seguridad de las instalaciones, tanto para los pasajeros como para el personal del aeropuerto.
En 2001, la situación de seguridad empeoró y, finalmente, las autoridades israelíes decidieron cerrar el aeropuerto debido a la falta de condiciones de seguridad necesarias para operar vuelos comerciales de forma regular. Además de los riesgos relacionados con la violencia en la región, el aeropuerto también se enfrentó a limitaciones en su infraestructura, que dificultaban su expansión para cumplir con las crecientes necesidades del tráfico aéreo. Estos factores, combinados con el creciente aislamiento de Jerusalén del resto del mundo, llevaron a la conclusión de que la operación del aeropuerto en Atarot ya no era viable.
El cierre y los planes para el futuro
El cierre del Aeropuerto de Atarot no solo marcó el fin de la conectividad aérea directa de Jerusalén, sino que también dejó un vacío en las opciones de transporte para la ciudad. A pesar de los intentos iniciales de reiniciar las operaciones en el aeropuerto, el cambio en las condiciones políticas, y la falta de voluntad de parte de las autoridades israelíes para reiniciar los vuelos comerciales en un contexto de alta tensión, sellaron su destino.
Hoy en día, el área donde se encontraba el aeropuerto se encuentra parcialmente abandonada y en proceso de transformación. En 2021, el gobierno israelí presentó planes para desarrollar el sitio de Atarot en un centro comercial y de negocios, lo que descarta la posibilidad de reabrir el aeropuerto para uso comercial. El cambio de uso de la tierra también refleja la falta de interés en reconstruir la infraestructura necesaria para un aeropuerto, dada la cercanía de Jerusalén al Aeropuerto Internacional Ben Gurion, que continúa siendo la principal puerta de entrada aérea para la ciudad y todo Israel y Palestina.