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Hablar con un descendiente de los sultanes otomanos es abrir una ventana hacia un pasado que, aunque distante en el tiempo, aún proyecta una sombra fuerte en el presente. La dinastía otomana, que gobernó durante más de seis siglos y cuyo imperio se extendió desde las murallas de Viena hasta las arenas de Arabia, con presencia en tres continentes, no solo moldeó la geopolítica del mundo, sino que también transformó el curso de la historia universal. Entre sus episodios más trascendentales figuran la caída definitiva del Imperio Romano de Oriente en 1453 con la toma de Constantinopla por Mehmed II, y la expansión de un poder que rivalizó con las grandes monarquías europeas.
Hoy conversamos con Ayşe Gülnev Osmanoğlu, nacida en 1971 en Reino Unido, en el seno de una familia marcada por el exilio. Su linaje se remonta a Osman I (1299), fundador del Imperio otomano, y a través de él es descendiente directa de todos los sultanes.
Tras la abolición del sultanato en 1922 y del califato en 1924, la familia imperial otomana fue expulsada de Turquía. De esa diáspora nació Ayşe Gülnev. Escritora e investigadora, se formó en Historia y Política en la Universidad de Exeter y se especializó en estudios otomanos en la SOAS de Londres. Desde entonces, ha convertido su trabajo en un puente entre el pasado imperial de su familia y el presente global, explorando no solo la memoria de sus ancestros, sino también el impacto cultural y humano de un imperio que fue, durante siglos, el punto de encuentro entre Oriente y Occidente.
1. Sus obras han sido leídas tanto en Turquía como en el extranjero. ¿Qué diferencias ha notado en su recepción dentro y fuera de Turquía?
Dado que mis libros son autoeditados, lamentablemente aún no están fácilmente disponibles en Türkiye, por lo que el nivel de conocimiento allí sigue siendo limitado. Sin embargo, algo que me ha conmovido profundamente es la acogida que han tenido entre los turcos en la diáspora –especialmente en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania–. Muchos me han escrito diciendo que mis libros les ayudan a sentirse más cerca de sus raíces, de su herencia y de la tierra de sus antepasados. Ese tipo de respuesta me resulta profundamente conmovedora, y demuestra que las historias son capaces de tender puentes entre la distancia y las generaciones.
Para los lectores internacionales que no son turcos, la experiencia es distinta pero igualmente significativa. Suelen acercarse a mis libros con curiosidad, fascinados por la riqueza de la historia y la cultura otomanas. Lo que me sorprende es que con frecuencia me cuentan que encuentran similitudes inesperadas con su propia herencia, ya sea en los temas del exilio, la resiliencia o la transformación cultural.
Quizá ese sea el verdadero poder de la literatura: recordarnos que compartimos las mismas emociones humanas –la pérdida y el amor, la pertenencia y el desarraigo, la memoria y la esperanza–. Las historias generan empatía; nos permiten ponernos en los zapatos del otro y reconocer una humanidad compartida que trasciende la geografía y el tiempo. Para mí, ese diálogo entre pasado y presente, y entre distintas culturas, es uno de los aspectos más gratificantes de ser escritora.
2. Si tuviera la oportunidad de corregir un error histórico sobre el Imperio Otomano, ¿cuál elegiría?
Si pudiera corregir un error histórico sobre el Imperio Otomano, sería el mito de que el último sultán, Mehmed VI Vahideddin, fue un traidor. Ningún miembro de la dinastía otomana lo fue ni pudo jamás serlo hacia nuestra patria. Esta dañina falsedad fue difundida en los primeros años de la República de Turquía. En realidad, durante los oscuros días de la ocupación aliada de Estambul, el sultán Vahideddin autorizó formalmente el viaje de Mustafa Kemal Pachá a Samsun en mayo de 1919, nombrándolo Inspector del IX Cuerpo de Ejército: misión que se convertiría en el primer paso de la Guerra de Independencia turca. Además, brindó un importante apoyo financiero a la Lucha Nacional. Lejos de traicionar a su nación, buscó liberarla de la ocupación extranjera, y solo abandonó el país para evitar una guerra civil y proteger a su familia.
La dinastía mostró también un profundo patriotismo. Tres príncipes imperiales –Osman Fuad, Abdurrahim Hayri y Ömer Faruk– combatieron en primera línea durante la Primera Guerra Mundial, desde Tripolitania hasta Mesopotamia, Galicia e incluso Verdún. Todos quisieron unirse al movimiento de resistencia, pero Mustafa Kemal se lo impidió. La princesa Fehime, por su parte, participó en la red de inteligencia clandestina, transmitiendo valiosa información desde los salones de Estambul hacia Ankara.
Estos ejemplos demuestran que la familia otomana sirvió, se sacrificó y se mantuvo ferozmente patriota hasta el exilio y más allá. Ese es el error histórico que más desearía corregir.
3. ¿Ha experimentado rechazo en Turquía por llevar el apellido Osmanoğlu? ¿Cree que todavía existen ciertos círculos con prejuicios u hostilidad hacia su familia?
Sí, he vivido rechazo y prejuicios debido al apellido Osmanoğlu. En especial en las redes sociales, que pueden ser plataformas muy hostiles, recibo a veces mensajes cargados de odio: ataques no solo contra lo que soy, sino contra mi aspecto, el de mis hijos y nuestra forma de vida. Es sorprendente cómo algunas personas se sienten con derecho a juzgar a otros sin haberlos conocido jamás, sin saber nada de sus vidas. Parecen olvidar que mis abuelos fueron obligados al exilio con apenas 20 y 12 años, que mi padre nació en el exilio, y que yo también nací y crecí lejos, construyendo una vida alejada de mi tierra ancestral. Gran parte de esa animadversión nace de la ignorancia y de falsedades, y a veces puede ser dolorosa, incluso atemorizante.
Sin embargo, por cada mensaje de odio, recibo el doble de mensajes llenos de respeto y admiración, de personas que honran a mi familia y a nuestra historia. Esos mensajes me recuerdan que, aunque el prejuicio existe, no representa la opinión general. También hay curiosidad, empatía y afecto genuino, y son esas voces las que me acompañan y me conmueven.

4. Entre las historias de exilio de su familia que más la han marcado, ¿hay algunas que todavía evita escribir porque resultan demasiado dolorosas, ya sea en lo personal o en lo político?
¡Por supuesto! Mi familia sufrió enormemente durante su largo exilio, soportando penurias, pérdidas e indignidades: pobreza, desamparo y desarraigo. Jamás deshonraría su memoria compartiendo ciertos relatos que conozco. Afrontaron su destino con dignidad, entereza y resiliencia, sin culpar ni esperar ayuda. Algunas heridas son demasiado profundas para ser expuestas.
5. La familia Osmanoğlu tiene una fundación que realiza labores humanitarias, especialmente en Gaza. ¿Podría contarnos más sobre este esfuerzo filantrópico?
La Osmanoğlu Yardımlaşma Derneği (Asociación de Ayuda Mutua Osmanoğlu) fue fundada en 2021 por mi primo, Orhan Osmanoğlu. Trabaja incansablemente para llevar ayuda donde más se necesita, y en los últimos tiempos ha centrado sus esfuerzos en apoyar al pueblo de Gaza. Ha colaborado allí con la Media Luna Roja Egipcia, canalizando ayuda a través de Puerto Saíd: entrega de alimentos, agua potable, leche infantil, medicinas, y comidas calientes diarias mediante la Cocina Comunitaria Hamidiye, una rama de la fundación.
La asociación también ha brindado apoyo en la provincia de Hatay tras el terremoto de 2023, ha sostenido un orfanato en Idlib (Siria), y en varias regiones de África ha construido y reparado pozos, además de implementar programas de capacitación para mujeres.
Sus actividades pueden seguirse en Instagram: @osmanogluyardimlasmader. Donaciones:
• TL (TRY) IBAN: TR92 0020 3000 0883 8159 0000 01
• EUR IBAN: TR38 0020 3000 0883 8159 0000 03
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• BIC/SWIFT: BTFHTRIS
• Nombre de la cuenta: Osmanoğlu Yardımlaşma Derneği (Albaraka Türk, sucursal İstanbul Fatih)
• WhatsApp (línea de donación): +90 549 114 1453
6. ¿Cree usted que el presidente Erdoğan se ve a sí mismo como una especie de sultán moderno?
No hago comentarios sobre política contemporánea.
7. ¿Cree que hoy un Osmanoğlu podría llegar a ser presidente de Turquía sin generar rechazo?
¡No! Algo así es impensable. Nunca ocurriría, ni creo que deba ocurrir. Mi familia no es política, y considero que debemos mantener siempre una postura apartidista. Nuestro objetivo es preservar la historia, honrar nuestro legado y contribuir a la sociedad mediante el trabajo cultural, educativo y humanitario.
8. Más allá de su apellido, ¿qué legado personal le gustaría dejar?
Por supuesto, mi legado más duradero serán mis cinco hijos. Son la luz de mi vida, mi razón de ser, y a través de ellos seguirá latiendo la sangre de la Casa de Osman…
Más allá de ellos, espero dejar huella a través de mi escritura. Mis novelas “The Gilded Cage on the Bosphorus” y “A Farewell to Imperial İstanbul” fueron escritas para dar voz a mis antepasados, para que sus historias por fin fueran contadas y su memoria preservada para las generaciones futuras. Acabo de terminar el tercer libro de la serie y actualmente trabajo en la edición, con la esperanza de seguir escribiendo y compartiendo más relatos en el futuro.
9. ¿Qué consejos o enseñanzas transmitidas por sus antepasados considera que siguen teniendo valor hoy en día y podrían inspirar no solo a los turcos, sino a la humanidad en general?
El fundamento del Imperio Otomano –en su mejor expresión– fue la creencia en la justicia, la caridad y la tolerancia religiosa. Fuimos un imperio multiétnico y multirreligioso. No siempre fuimos perfectos, pero en esencia respetábamos la diversidad y creíamos en la armonía de las diferencias. En el mundo fragmentado de hoy, esos principios son más necesarios que nunca, y el ejemplo otomano de convivencia pacífica entre comunidades de distintas confesiones y culturas durante siglos ofrece una lección poderosa. Palestina, por ejemplo, vivió más de 400 años de paz bajo el dominio otomano, un testimonio de lo que es posible cuando la diversidad se respeta y se protege, en contraste con la tragedia y el sufrimiento actuales. Esa misma convicción es la que más admiro en la literatura y la que espero, en pequeña medida, que expresen mis propios libros: una invitación a la empatía, a la comprensión, a la compasión y a la paz. Son valores que trascienden el tiempo y el lugar, y que pueden inspirar no solo a los turcos, sino a toda la humanidad.

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